La Historia y los Cambios.

Keynes visualizó y denunció la cortedad de miras, económicas y sociales, que querían imponer a Alemania y sus satélites, las potencias ganadoras. Profetizó y denunció antes que nadie el desastre a largo plazo que tendría un deliberado empobrecimiento de la Europa Central. Este es un párrafo mítico:
“Si lo que nos proponemos es que, por
lo menos durante una generación, Alemania no pueda adquirir siquiera una mediana
prosperidad; si creemos que todos nuestros recientes aliados son ángeles puros
y todos nuestros recientes enemigos, alemanes, austríacos, húngaros y los demás
son hijos de del demonio; si deseamos que, año tras año, Alemania sea
empobrecida y sus hijos se mueran de hambre y enfermen, y que esté rodeada de
enemigos, entonces rechacemos todas las proposiciones generosas, y
particularmente las que puedan ayudar a Alemania a recuperar una parte de su
antigua prosperidad material. (...). Si tal modo de estimar a las naciones y las relaciones de unas con otras fuera
adoptado por las democracias de la Europa occidental, entonces, ¡que el Cielo
nos salve a todos¡ Si nosotros aspiramos deliberadamente al empobrecimiento de
la Europa central, la venganza, no dudo en predecirlo, no tardará.”
Keynes, desgraciadamente, acertó de
pleno. Y hoy, puede que esté ocurriendo
lo mismo, pero con distintos actores: ganadores los del Norte y perdedores los
del Sur de Europa.
Además de esta certeza, una de las
reflexiones a las que me ha llevado este libro es la de por qué en sociedades
democráticas avanzadas como la norteamericana, la británica y la francesa, con
Presidentes tan potentes como Wilson, George o Clemenceau, no tuvieran en cuenta
recomendaciones tan lúcidas y autorizadas como la de Keynes.
La conclusión
que saco es que, tras unos años tan
duros, humanos, sociales y también económicos, la democracia quedó tocada.
Wilson quiso pero los suyos no le dejaron, George solo veía las posibilidades
electorales del momento y los números del Imperio, Clemenceau también mezclaba odio
alemán con la grandeur francesa y sus problemas internos. Significativa es la
frase del francés “Gobernar dentro de un régimen democrático sería mucho más
fácil si no hubiera que ganar constantemente elecciones”.
De los 3, el
que más lo intentó, el que más visión de largo plazo quiso tener fue el
norteamericano, Wilson. Pero al final, entre los intereses económicos de su
país, y la fuerza y carácter del británico George y del francés Clemenceau, el
resultado del Tratado de Versalles fue el que fue: la antesala de Hitler y los
fascismos.
Buena y para tener en cuenta la
frase de Clemenceau. Pero, aunque resultara “perdedor” sobre sus postulados
previos, quiero aprender sobre todo de Wilson, por sus mayores cotas éticas. Y también
de una de sus frases lapidarias: “Si usted desea hacer enemigos, intente
cambiar algo”.
Si hoy estamos en una encrucijada
parecida a la de entonces, si hoy sabemos lo que dijo y en lo que acertó Keynes,
si quizás tenga razón en su frase Clemenceau, y si el perdedor de Versalles fue
el voluntarioso Wilson por no ser firme en sus propuestas de cambios, creo que
la mejor lección que nos da la Historia para afrontar el momento actual,
durísimo políticamente hablando, es
- leer e inspirarse en análisis y personas lúcidas y a contracorriente como Keynes,
- tener muy en cuenta, quien se considere firme defensor de la democracia, la segunda parte del mensaje de Clemenceau,
- y hacer los cambios deseados, por muy duros y por muchos enemigos que te salgan por el camino.
- leer e inspirarse en análisis y personas lúcidas y a contracorriente como Keynes,
- tener muy en cuenta, quien se considere firme defensor de la democracia, la segunda parte del mensaje de Clemenceau,
- y hacer los cambios deseados, por muy duros y por muchos enemigos que te salgan por el camino.
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