FORTALEZA CIUDADANA versus MIEDO SOCIAL.

En momentos de shock, de impacto por una cruel y terrible noticia muy cerca de tí, de esas que solo ves por la tele y que crees que no van contigo, ni con tu barrio ni con tu pueblo, lo más fácil, casi condición humana, es la de gritar, culpar, pensar con las tripas y pedir venganza. Sobre todo cuando te pones en la piel de los familiares y vecinos.

Incluso se busca culpabilidad entre quienes tienen la responsabilidad máxima en el control, vigilancia y seguridad ciudadana. Y mucho más si, desde un principio, esos mismos responsables quieren dar la imagen de que, gracias a su gestión, se han erradicado o minimizado los problemas de seguridad. Igual que los económicos. En fin, pensemos...como si no fuesen unidos prosperidad y menor delincuencia, exclusión social y mayor delincuencia. Como si no viéramos que, por momentos, se resquebrajan algunas costuras sociales.

Pero no, esa no es la fórmula. Ni como vecino, ni como familiar, ni por supuesto como responsable político. Se pueden entender ciertas reacciones de los familiares, incluso las iniciales de los vecinos. Pero nunca de quienes tienen mayores responsabilidades. Analizar en vez de gritar, investigar en vez de culpar, pensar con la cabeza bien fría y sobre todo confiar en la profesionalidad de todos los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado (nacionales, regionales y locales). Pensar que en democracia hay pequeñas irrupciones de lava, que son el pago a mantener controlado el volcán de la libertad y seguridad, la confianza en el Estado de Derecho que nos hemos dotado.

 Por responsabilidad me callaré cosas que no me gustan, y cosas y formas de actuar que no haría como se hacen, o haría de otra forma para el caso de ser mías las responsabilidades de gobierno. Ahora, aparte de sentir empatía por el dolor y shock de los familiares, es momento de tener confianza en nuestras instituciones y convertir las amenazas en oportunidades. Convertir una amenaza, una condición humana primaria, como es el miedo, en una fortaleza. Porque es una fortaleza la confianza en las Instituciones. Es el resultado de un proceso racional donde priman las grandezas que la razón, las ideas y el espíritu social del ser humano han creado con el tiempo. Muy superiores a esos instintos primarios ya señalados que cada uno de nosotros llevamos dentro.

 No quiero, ni apoyaré, gritos, culpas, pensamientos hechos con las tripas, ni oportunismos o venganzas políticas cortoplacistas, aunque existan razones para ello. Ahora no. No voy a recordar frases ni promesas electorales. Ni respuestas plenarias. Ya llegará su momento. Ni actuaciones que buscan más la imagen que la eficacia. Por el contrario, sí quiero y pido empatía y respeto hacia los familiares, uso de la razón, responsabilidad, confianza máxima en la profesionalidad de nuestros agentes policiales y también en los políticos encargados de la seguridad: Policía Local y Equipo de Gobierno.

 Porque no quiero miedo y sí fortaleza civil, vecinal y democrática. Porque el miedo paraliza, nos hace retroceder. Y yo quiero confianza, seguridad y fortaleza para mis vecinos y mi pueblo.

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