El cruce con la muerte.

70 días después de la última entrada, de tener algunas cosas pendientes (una de ellas con mis primos) hago ésta para exteriorizar un sentimiento difícil de expresar: el miedo a la muerte de los seres queridos, y el de uno mismo, al verla tan cerca.

Ayer sábado tuve un accidente de circulación, generado por la conducta de un kamikaze que iba en sentido contrario, borracho y algo más, que estuvo a punto de llevarse por delante a mi mujer, mis dos hijos y a mi sobrino Alejandro que iba con nosotros. Tan tranquilos, por nuestro sitio, y de repente, las luces de un coche frente al tuyo y en el sitio más inverosímil.

La suerte, el destino, ese algo que fluye y que ayer estuvo con nosotros, en forma de un volantazo milagroso en la última décima de segundo, el golpe y salida de la carretera por el lugar menos malo de todos los de la zona, la buena sujección del coche para no dar vueltas de campana, hecho que solo de pensarlo me produce escalofríos con los 3 criaturas detrás y mi mujer al lado.

Yo, que soy un despistado sin excusas, (me viene al recuerdo mi vecina Anita del cochinero de Fuente Alamo, que tanto me quería y con la que tuve un kafkiano accidente), y aún siendo pedante reitero lo de que con la carretera no se puede jugar, y me ratifico en la política de tolerancia cero con el alcohol y las drogas al volante. Uno es libre de hacer lo que quiera, siempre que no ponga en peligro la de los demás. Ayer, esas mismas sustancias, pusieron en mucho peligro la vida de 5 personas con 39, 36, 12, 6 y 4 años.

Hoy escribo de nuevo en el blog, después de haber nacido de nuevo. Anoche, como todas las noches, me llegó al correo una frase de proverbia, de Miguel Delibes, y que versaba sobre la Muerte. La copia de ese correo es el que he puesto en la foto de esta entrada.

Afortunadamente, queda en el recuerdo solamente por el fallecimiento del eminente escritor castellano, autor entre otras de la obra "Los Santos Inocentes", versionada al cine por Mario Camus y una de las películas que me han marcado.

Gracias doy a quien hoy me haya permitido escribir de nuevo en el blog, y que el cruce con la muerte se haya quedado en eso, en un cruce.