El Suárez de la Transición y los padres de hoy.



Ha muerto Suárez. Una figura política española de primer orden. Por cómo fue, lo que hizo, cómo lo hizo, los medios con los que contó, y sobre todo por el momento en que lo hizo. De eso hace 35-40 años, casi 3 generaciones.
Ahora, hoy, con algunas de las personas con las que he hablado y escuchado, me dicen que Suárez y aquellos sí eran políticos de verdad, y no “la escoria” de ahora. Eso me lo dicen a la cara, a mí que también soy político, porque dedico mi tiempo extra a ejercer de concejal en la oposición y dirigir una organización política en Alhama. Sí, como cualquier humano, además de necesitar calor, me crío en sociedad, ejerzo continuamente la política, y además también ahora de forma institucional y orgánica. No soy, ni quiero ser, de los que dicen que “soy concejal, secretario general….pero yo en realidad no soy político, ni me gusta el politiqueo”.
Coincido en lo de la audacia, valentía y liderazgo de Suárez. Y lo mismo se ha dicho, decimos y dirán, a la hora de cerrar el ojo,  de Felipe, de Carrillo, Fraga, Tierno Galván y tantos otros. Cierto. Como también lo es que ejercieron la política desde el ansia y falta de libertad  –lo del ansia en la mayoría de ellos, no todos-. Cierto que buscaron consensos en momentos económicos durísimos. Que el temor y recuerdo de la guerra incivil estaba ahí. También el terror posterior y el silencio de otros 35 años, que son otras 2 generaciones y pico. Cierto.
Pero…¿Por qué esa diferente valoración política de ayer y de hoy?. ¿Por qué piensan la mayoría de mis vecinos que aquellos sí y los de ahora no?. ¿Los valores que se defendían entonces, es que eran superiores a los de ahora?. Los medios de comunicación, el periodismo, ¿era igual entonces que ahora?, y sobre todo me pregunto, la preocupación de mis vecinos  por la Res-publica, por la cosa pública, por lo de todos, por lo de puertas afuera, ¿era igual durante la transición a la de ahora?; ¿existía entonces el marco mental del “bienvenido a la república independiente de mi casa”, ese marco mental Ikea 100%  globalización, que hoy tenemos incrustados casi en el adn tras 30 intensos años de intensa lluvia neocon?.
A mí, hoy,  también me gustarían, esos consensos como los pilotados por Suárez en la Transición. A mí, que por aquél entonces, con 9 años, me disfracé en un Carnaval de Suárez-Felipe  y escribí, en un trozo de papel gris de esos de tienda de barrio : “puedo prometer y prometo 800.000 puestos de trabajo”, según me recordó el director de mi colegio D. Juan Legaz el día de mi boda.  
A mí también me gustaría que se tuviera la misma valoración ciudadana de los políticos de entonces y los de ahora. Y me gustaría que los periodistas pudieran hacer e hicieran periodismo. Pero,  en tiempos actuales tan difíciles como fueron los de entonces, lo que más me gustaría, lo que más desearía es que, mis vecinos, se manifestaran públicamente, que hicieran política, como lo hacían hace 35-40 años, casi a diario. Porque las libertades, las conquistas sociales y de derechos se consiguieron así: conquistándolas.
Desearía que miles y miles de trabajadores salieran a la calle, como entonces (nunca en la historia de España hubo tantas huelgas como en aquella época).  Y que si no lo hacen, que al menos sepan, apoyen y respeten a quienes lo hacen, porque también va en su beneficio y de la mayoría de sus vecinos. También que, al menos, escuchen y respeten a quienes les representan democráticamente en las instituciones, gente honrada material e intelectualmente, al menos en el mismo porcentaje, o más, que la media social. 
Y sobre todo me gustaría que asistieran, por cientos, a cualquier evento público: a la reunión del colegio de sus hijos, a las vecinales para los problemas del barrio, a las de sus asociaciones, a las de la comunidad de vecinos donde viven. Y también a los Plenos para los asuntos políticos del pueblo. Porque un maestro, un vecino, un presidente de la asociación o de la comunidad, y también un político, es mejor, es “más Suárez”,  cuanto más calor y más personas siente a su lado.
Hoy, con el féretro del Presidente Suárez en el Congreso, estamos con recuerdos de consensos pasados, de presentes apáticos y de incierto futuro. Como ciudadano, como vecino, como político, me resigno a admitir este marco. Quiero buscar consensos también hoy, sin la apatía presente y luchando por un futuro mejor para mis hijos.
 Para eso, quizás falten muchos Suárez de los de la Transición, y sobren muchos Conesas de los de hoy. No lo niego. Pero, me pregunto, y me gustaría reflexionar contigo: ¿puede también que falten muchos padres Conesas de los de ayer, y sobren muchos padres apáticos e “independientes puertas adentro” de los de hoy?

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